Ya tenemos los nervios lo suficientemente templados como para que ningún escenario, por impresionante que sea, los altere. Si en algún momento nos sudan las manos mas de lo normal, siempre tendremos la opción de fijarnos en algún tirador nervioso y pensar que no se controla y nosotros sí.
Una vez en forma mental y psiquicamente, parámetros imprescindibles para la práctica del tiro olímpico, ya podemos comenzar a practicar la técnica.
¿Sabemos cual es nuestro ojo maestro?. Los métodos son variados. Uno de los mas populares consiste en ponerse a unos cinco metros de una puerta con mirilla, fijamos nuestra vista en ella (la mirilla) a la vez que comenzamos a caminar despacio, mientras nos acercamos tenemos que mantener la visión fija en nuestro objetivo hasta pegar con la nariz en la puerta. En ese momento nos fijamos con que ojo vemos lo que hay al otro lado: Ese es el ojo maestro, con el debemos apuntar.
Con el arma en la mano comprobaremos la veracidad del método, intentando apuntar, en seco, con el ojo maestro. Repetimos el ejercicio unas cuantas veces para familiarizarnos con la mecánica. Observaremos que el ojo contrario, intenta abrirse (permanece cerrado mientras se apunta) dificultando la alineación punto de mira diana. Para evitar esto se usan gafas de tiro, que permiten efectuar los disparos con los dos ojos abiertos evitando la fatiga ocular.
También se emplean gafas de seguridad a las que se le tapa el cristal contrario al maestro. En cualquier caso lo fundamentas es efectuar los disparos con los ojos abiertos.
Doy por hecho que el arma que tenemos es la adecuada para la práctica del Tiro Olímpico. Entendiéndolo como precisión pura; o sea pistola neumática y pistola cincuenta metros. La regla empírica aconseja huir de las armas baratas.
Estas máquinas de hacer dieces aconsejo usarla por lo menos tres meses, con una media de seis horas semanales, antes de comenzar a modificar la culata para adaptarla a la mano.